Último día de la Ruta 1, Vuelta a Montevideo
Estamos muy tristes aunque con la sensación de que todo saldrá bien.
Tenemos todo el tiempo en la mente la muerte del hijo de Mariano y ahora este accidente de Enrique, yo estoy con un nudo en el estomago y en la cabeza de forma constante.
Dejamos todo preparado y vamos a desayunar. Todos nos preguntan por Enrique, incluso las camareras, todos están preocupados e interesados por el. Pagamos en el hotel y en principio nos despedimos aunque nos dejan habitación reservada hasta las 14:00 por si decidiéramos quedarnos.
Cargamos y nos vamos al hospital. Allí está María Laura, “Jedhy” y su mujer. Lalo ya ha marchado. Estamos hablando un rato, que gente tan encantadora este “Jethy” y su mujer… en momentos como este, con personas como estas es cuando se entiende la palabra “amigo”
Son las 12:30 nos llaman, entra M.L., Per y “Jethy”, yo me quedo con su mujer hablando, como digo, son un encanto de personas. Cuando salen, se les ve mas contentos, va mejorando y aunque todavía está muy sedado, parece que todo apunta a que ira mejorando cada vez más deprisa.
Con estas noticias y estando su hija con “Jethy”, decidimos continuar nuestro viaje, nos despedimos y nos vamos para Montevideo.
El viaje se me hace largo y pesado.
Llegamos al hotel que había reservado Per, está en la zona de playa de Buceadores, hay edificios muy altos y muy modernos pero estar en medio de esos edificios me de una sensación de claustrofobia que no me gusta. El hotel es muy bonito, moderno, nuevo, bien decorado pero tal vez porque yo no tengo muy buena onda, cuando llegamos a la habitación sigue dándome claustrofobia, me da un dolor de cabeza horroroso, como si la estrujaran.
Llamamos a “Jedhy” Para ver que tal ha ido el informe de las 4 y parece que va mejor, lento pero recupera.
Es un poco tarde así que lo dejamos todo y nos vamos a cenar. Como no sabemos donde y no tenemos muchas ganas de buscar, preguntamos en recepción si hay algún restaurante, cerca y que se coma bien, hace días que estamos comiendo cualquier cosa y sin ganas, nos apetece comer bien, sobre todo a Per. Nos indican uno que esta a dos calles y es bueno.
Llegamos al restaurante, en principio está muy bien, aunque el nombre no dice mucho “paninis” … por fin tengo ganas de sacar la cámara de fotos, desde que pasó todo esto con Enrique no me apeteció mas.
El restaurante es entre moderno y clásico, muy acogedor.
Pedimos un pica pica de mejillones, ceviche y gambas rebozadas con coco para empezar y para segundo pescado a la plancha.
Mientras nos preparan los platos, nos traen unos bastoncitos con una salsita para dipear, que está muy bueno, tanto los bastones como la “salsita”, es una mezcla con pedacitos pequeños de salmón, crem fresh y unas hierbecitas.
Todo está muy bueno, lo estamos disfrutando.
El vino, también fantástico.
De postre pedimos un tiramisú para compartir que también está rico. Ya vamos estando más animados.
Per pide un gin-tonic, me comenta que está muy bueno y cuando está saboreándolo en la medida que más le gusta… jajaja, viene el camarero y antes de poder reaccionar, le echa todo el resto de tónica en la copa.. jajaja Per se quería fundiiirr… nooo, no puede ser!!
Bueno… mejor, así está más diluido…
A todo esto, viene el metre y nos pregunta si queremos ver la cava… no entendemos muy bien pero le decimos que si y le seguimos. Nos lleva a una bodega pequeñita pero muy bien organizada y con muy buenos vinos.
Hemos estado hablando un buen rato de vinos, de denominaciones de origen… etc. muy buena conversación.
Después de esta buena cena, nos vamos caminando al hotel, felices de poder disfrutar de la vida aquí y ahora aunque nos es inevitable pensar en estos acontecimientos desagradables que han ido pasando.
Esperamos que Enrique se recupere y podamos tener más encuentros juntos.
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