Nos levantamos y dejamos todas las bolsas en recepción.
Per marcha a Maldonado y yo a por mis zapatoooss!! He consultado con la almohada y he decidido que me los llevo!
A Per no le gustó nada la idea de comprar los zapatos… dice que no hay sitio donde ponerlos y que no puede ir más carga pero después
de un rato dando razones de un lado y otro yo sé donde ponerlos y no me quedaré sin mis zapatos. Los pondré en la bolsa de tela del casco y la ataré a la bolsa trasera de la moto dejándolo caer al lado, como la bolsa es negra ni se notará… además no pesa nada… hombres!!
A que son chulis!!
Llega Per, ha podido solucionar todo y ya podemos marchar. Cargamos y yo meto mis zapatos tal como he dicho…, queda perfecto!!… Me mira con una cara de… “te has salido con la tuya”.
Seguimos marcha hacia José Ignacio, tengo muchas ganas de ir allí, he visto tantas fotos bonitas y además comeremos en “La Huella” nos han dicho que en este restaurante se come muy bien!
Llegamos a José Ignacio… huy… parece el pueblo fantasma… que decepción… aunque entiendo que estamos en temporada baja y además es martes, esto es un desierto, casi da miedo.
El lugar es muy bonito pero no es como yo lo imaginaba, de hecho no hay pueblo, todo son casas de veraneo espectaculares y lujosas pero más que un pueblo parece una gran urbanización, preciosa, salvaje, me sorprende que no hay rejas ni delimitaciones en las propiedades.
Es chocante, diferentemente bonito… he de reaccionar y disfrutarlo como es pero esperaba un pueblo y me he quedado contrariada.
lo más cercano a “pueblo” seria el faro.
Los indicadores de dirección son muy divertidos!!
Vamos buscando un lugar para dormir pero todo está cerrado, no hay nadie por la calle para poder preguntar… no hay absolutamente nadie, sigue la sensación de pueblo fantasma. Estamos parados intentando situarnos y veo una chica que sale de una puerta… huy!! Mira! Me acerco rápido para preguntar pero tan pronto como ella ve mi intención se esconde de nuevo y cierra la puerta… ups!! Esto se pone feo…
Seguimos dando vueltas y por fin vemos una agencia inmobiliaria abierta, entro, pregunto y me explican que hasta la segunda quincena de diciembre no empieza la temporada y ahora solo abren los fines de semana, de todas formas hay un hotel abierto y me dan la dirección.
De momento, lo de comer en La Huella, va a ser que no, tendrá que esperar a la próxima.
Como la idea era quedarnos a dormir aqui, vamos a buscar el hotel que nos han dicho en la agencia. Lo encontramos, entro a ver si hay habitaciones libres y el precio (parte importante ya que nos habían dicho que José Ignacio era muy caro) y jajaja! Joliiiinnnn!! Qué precio me dan!! Están locos, temporada baja, martes, y me piden 290 dólares!! Diciéndome que este es el mejor precio que tienen!! Me dicen que este es precio de temporada baja que en diciembre y enero el precio es de 490 dólares la misma habitación… no me lo puedo creer, tal vez en temporada alta con todo en marcha y pudiendo vivir lo bonito que sea cuando resucite.., seguramente me importaría menos pagar los 490 en ese momento que ahora los 290… El Hotel es La Posada del Faro, es bonito y las instalaciones muy buenas, seguro que en su momento es para vivir unos días inolvidables pero para nosotros, ahora, NO.
Si quieres visitar y quedarte en José Ignacio… no lo hagas antes de Diciembre ni después de Enero, a no ser que quieras estar en un lugar fantasma, que también puede tener su gracia. ah! y no te olvides de traer la cartera llena… han de hacer las ganancias de un año en dos meses y eso resulta caro. Sin embargo estoy segura que será una experiencia inolvidable.
Como es tarde y no nos da tiempo de llegar al destino siguiente, nos volvemos a La Barra.
La Barra tampoco es barato en temporada, pero ahora encontramos un hotel por 150 dólares, el hotel está perfecto, descargamos y vamos a cenar. Está prácticamente todo cerrado pero encontramos un lugar encantador. Este restaurante ya es encantador ahora así que en temporada debe ser fantástico. Comemos un pescado a la brasa muy bueno, los camareros son más que amables y simpáticos, la decoración monísima, muy acogedora, con vista al mar y con espacios lounge, con velitas en el suelo. Hay dos mesas más con gente, en una de ellas hay unos alemanes (dos hombres y una mujer, pelín más mayores que nosotros pero guapotes) y en la otra una pareja de Brasileños. Cuando estamos casi acabando, han bajado las luces y ha quedado un ambiente muy bonito y romántico. Me encantaría volver a La Barra en temporada.
Nos vamos caminando rápido al hotel, ha bajado la temperatura y hace un “poquito” de frio… brrrr, me congeloooo.
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